LIBRO 1



                                                                              La armonía conyugal se va construyendo día a día.

El trabajo permanente y fundamental de un matrimonio es la búsqueda de la armonía conyugal
Alguien podría preguntar: ¿Por qué permanente? ¿Es que .nunca podremos llegar a decir somos armónicos en nuestro matrimonio?
La armonía conyugal es la realidad del ya y del todavía no. Maria  y José, manifestando su experiencia, afirmaban que sentían un clima armónico entre ambos y, al mismo tiempo, que si no :luchaban tras su permanente conquista, parecía que se les escapaba como agua entre los dedos. La armonía se construye día a día, se la va realizando, pero aún queda camino por recorrer.  SE está creciendo, en búsqueda de lo pleno que todavía no se alcanzó.
Cuando en un matrimonio existen conflictos, obstáculos, problemas, no es para asustarse, las des-armonías son signos de una pareja normal. Se debe tener realmente en cuenta una situación  des armónica,  cuando no se sabe superar madura mente los conflictos , obstáculos y problemas
Ante esta realidad la pareja matrimonial se va como estrellando, chocando contra una serie obstáculos que irán destruyendo poco a poco el matrimonio.

Totalmente irreal es la situación de una pareja que cree vivir en plena armonía permanente. Esto no es normal. ¿Qué estará pasando? Pueden estar presentes varias causas que hacen que pareja viva una armonía ficticia. Un ejemplo: cuando uno de los cónyuges es de carácter muy fuerte y el otro muy sumiso suele crearse una falsa armonía, porque es uno el que todo lo decide sin tener jamás resistencia de la otra parte, ya que ésta gira como satélite en torno a él.
Nos quedamos con el primero de los casos, des armónicos que caminan hacia la armonía. La armonía y la unidad se van constru­yendo, se van haciendo. No es un regalo caído del cielo el día del casamiento. Se van realizando. ¿Cuándo está más unido el matrimonio? ¿En los primeros tiempos? ¿O cuando ya se recorrió parte del camino?
¿Cómo se puede seguir caminando hacia la armonía? ¿Con qué medios? Según los años de casados que cada pareja lleve recorridos tendrá más o menos experiencia del camino, más o menos recursos para ir creciendo, la convivencia se los habrá ido mostrando. Es importante dialogar sobre algunos de esos ele­mentos  que ayudan a crecer y que más adelante tendrán oportu­nidad de profundizar:
  El diálogo: El arma más poderosa para destruir obstáculos. Un diálogo abierto, sincero, total, amoroso. Esta es la clave del acercamiento, la mejor herramienta para construir el crecimiento en una pareja.
  Capacidad para solucionar conflictos: El índice de nor­malidad de una pareja no se mide por la ausencia de conflictos sino por la capacidad para solucionarlos.
  El cariño: Una pareja que permanentemente se preocupa por demostrar en las pequeñas cosas de cada día todo lo que se quiere, es un matrimonio apto para solucionar con más capacidad los problemas, porque existe el hábito de salir de sí mismo y concentrarse en el otro, que en definitiva eso es el cariño, hacer sentir mi ser prolongado hacia el otro.
  El nosotros: Es importante tomar conciencia de que los problemas que debe solucionar una pareja no pertenecen a la esfera del tuyo ni del mío sino del nuestro.

  Un ideal: Una pareja sin ideales, es una pareja estancada, sin capacidad para afrontar los obstáculos y seguir adelante.
Es necesario el deseo de superación, de búsqueda de perfección, de felicidad...
• La oración: El nosotros también es él, Jesús se interioriza de los problemas y brinda la gracia para solucionarlos. Él tiene siempre la justa. Hablen de él, dialoguen en la oración. Los tres todo lo podrán, solos seguramente nada lograrán.





  1. ¿Como hemos de superar nuestros conflictos?
  2. ¿Utilizamos el diálogo para solucionar nuestros problemas?
  3. ¿Hemos demostrado capacidad en la solución de los conflictos?
  4. ¿Reforzamos nuestra capacidad de solución con un ambiente cariñoso?
  5. ¿Tenemos conciencia de que los problemas son "nuestros"?
  6. ¿Existe en nosotros algún ideal?
  7. ¿Rezamos nuestros problemas





Señor;
gracias por nuestro matrimonio
y, también por sus conflictos
que nos ayudaron a madurar.
Hubiese sido hermoso no tener problemas,
pero los hombres somos así,
imperfectos, egoístas, pecadores...
Hasta aquí hemos caminado;
superando obstáculos,
que nos permitieron unirnos más,
querernos más,
 ser más amigos.
Te pedimos Señor; 
que nunca nos abandones,
 que siempre estés a nuestro lado
para,  entre los tres, seguir creciendo
 destruyendo obstáculos ,
y así , construir día a día el mejor "nosotros",
dialogando contigo
la solución para cada problema. 
Amén. 



                                                         El diálogo es para el amor, lo que la sangre es para el cuerpo.

Desde niño nos han enseñado  a hablar de cosas, de los demás, de realidades que nos rodean, de chismes. Algunos recibimos "enseñanzas" desde pequeños para gritar, discutir o para imponer las propias ideas... Pero, en realidad, ¿quién nos enseñó a dialogar?
Hemos ido asimilando un concepto erróneo de lo que es dialogar. Creemos que dialogan bien los que hablan mucho. El dialogo conyugal es muy exigente, exige profundidad, no se puede conformar con un simple hablar. Muchos matrimonios creen haber alcanzado un buen diálogo porque hablan de cosas, del trabajo, de lo "caro que está la vida", de los vecinos, del programa televisivo, de los suegros. Es evidente que de algunos de estos temas se debe hablar, pero no se puede cruzar los brazos y afirmar que todo está logrado en el área del diálogo matrimonial. Además recordemos que muchos hablan y muy bien, exigiendo ser escuchados. Pero nunca escuchan.
Dialogar en pareja es alimentar permanentemente el amor conyugal. Hacer que éste crezca y se fortifique. ¿Cómo se consigue un diálogo matrimonial profundo? Hablando de uno mismo, no de los otros, del "nosotros", trasmitiendo al otro los propios sentimientos. Al dialogar profundamente en pareja, se comunican los íntimos pensamientos, tristezas, alegrías, deseos y pequeñas cosas de la vida en común. 
Las piedras, los vegetales y el reino animal constituyen un mundo cerrado en sí mismo. A diferencia de ellos, los hombres podemos abrirnos, comunicarnos, penetrar en el otro y dejarnos penetrar. Lo rico y maravilloso del diálogo conyugal no son, entonces, los demás ni las realidades cotidianas, sino los espo­sos  mismos, sus riquezas interiores, sus sentimientos.
El diálogo es una capacidad que Dios nos regaló como cami­no, por el cual abrimos la propia interioridad al otro.
Alguien me decía: No sabemos de qué dialogar. ¿Será así? ¿O estarán tan distanciados que nada tienen en común? Se puede dialogar sobre muchos temas, pero el fundamental es el hablar de uno mismo, de lo que se siente al estar juntos o alejados por diversos motivos, los sentimientos que producen los hijos, qué experimentan ante un disgusto o una alegría, cuando el otro dice "te quiero" o al compartir el mismo lecho.
¡Dialoguen para que viva el amor! Porque el diálogo es para el amor, lo que la sangre es para el cuerpo.





  1. ¿Cómo vemos nuestro diálogo?
  2. ¿Qué descubrimos de negativo en nosotros que obstaculiza el diálogo?
  3. ¿Qué encontramos de positivo en nosotros que ayuda a acrecentar el diálogo?
  4. ¿Qué podemos hacer para mejorar el diálogo conyugal?






Señor,
tú eres la Palabra,
que siendo tanto te hiciste poco:
un hombre:
para acercarte,
y así dialogar con nosotros;
enséñanos a renunciar
a nuestro yo orgulloso,
a ser indiferentes 
ante el reclamo del otro;
a querer imponer nuestras ideas.
Señor.
Enséñanos a dialogar,
a charlar sobre nosotros mismos,
a abrir nuestros corazones
para ser totalmente del otro
y así  nuestras intimidades
sean una sola. 
Amén. 



                                                       "El que quiera oír que oiga" ( Mateo 13, 9) 

Este pensamiento de Jesús, el que quiera oír, que oiga, que manifestó en varias oportunidades, perfectamente lo podemos referir al diálogo conyugal. Generalmente ocurre, que al profun­dizar el tema del diálogo, en muchas parejas se toca una herida muy dolorosa: la ausencia de un diálogo maduro.
Es necesario no desanimarse. Es posible recomenzar el diá­logo.  ¿Cómo? Sacrificando todo por llegar a la comprensión mutua, reconociendo aquello en lo que cada uno falla, haciendo un verdadero y profundo examen del diálogo, pero por sobre todas las cosas, aprendiendo a escuchar, pero a escuchar aman­do.
El que quiera oír, que oiga. Queda claro que Jesús no le hablaba a sordos, a personas con problemas auditivos, sino que se dirigía a aquellos que simplemente recibían las palabras en un oído, no dejándolas penetrar hasta el corazón. El que quiera oír con el corazón, que oiga.

Solo quien se disponga realmente a abrir el corazón a la palabra del otro, sabrá escuchar amando. Dialogar, antes que hablar, es escuchar.
¿Cómo escuchar amando?
   Teniendo una disposición tal que el otro se sienta animado a seguir trasmitiendo su interioridad.
   Preguntando, como para motivar a que el interlocutor pueda profundizar más en su fama.
   Evaluando si lo escuchado es exacto. En los momentos en que se crea oportuno, es necesario realizar una síntesis de lo escuchado y volcarlo en el otro, para que evalúe, si se ha recibido lo que se quiso trasmitir.
   Evitando juicios y actitudes defensivas.
Escuchar no es solo dejar penetrar las palabras del otro en nuestro sistema auditivo. Es acoger al otro como persona a través de sus palabras .
 La capacidad de escuchar amando depende de cuan profundo sea el deseo de ser alcanzado por el otro. Escuchar requiere apertura
Es necesario saber escuchar para lograr un profundo diálogo, como  es posible para los que se aman, especialmente trabajar en la construcción o el acrecentamiento del diálogo. Para iniciar el  camino, es necesario un verdadero examen de responsabilidad personal de cada uno, en cuanto a que el o conyugal no ha llegado aún a ser plenamente profundo.
No se logra el ideal del diálogo:
   Cuando las conversaciones se remontan permanentemente al pasado, recomenzando siempre las mismas discusiones, los mismos temas.
   Cuando uno de los constantemente rechazan las ideas del otro.
   Cuando por falta de capacidad de escucha no se descubre que ambos expresan lo mismo:
   Cuando la coincidencia en un punto, tiene como revancha la oposición en diez.
   Cuando se sacan a relucir obstinadamente los temas  que separan en lugar de resaltar los  que unen.
   Cuando se elabora la respuesta, sin atender a lo que el otro está diciendo.
   Cuando la odiosa costumbre de contradecir, de interrumpir y de levantar el tono no se da por vencida.

   Cuando sólo se expresan palabras hirientes y se interpretan las palabras del otro en un sentido falso y poco comprome­tedor para sí.
   Cuando se quieren sostener las proposiciones más discuti­bles como verdades fundamentales.
   Cuando por ser orgulloso, soberbio e intolerante, se prefiere seguir viviendo en el barro de charcos contaminados en lugar de buscar fuentes de agua viva cristalina.
   Cuando se esperan atenciones y agradecimientos, y se recibe solo reproches.
   Cuando a las ideas que uno está dispuesto a defender hasta la muerte, el otro las combate con sonseras.
Cuando todo esto sucede en una pareja matrimonial, se construye un verdadero infierno, pero un infierno de frío.
Construir el diálogo, "escuchando con amor", es solidificar la armonía conyugal



  1. ¿Estamos dispuestos a "escuchar amando"?
  2. ¿Qué sentimientos produjo en nosotros dialogar este capitulo?





Señor,
cuántos perdieron la oportunidad ,
cuántos siguen en tinieblas,
por no escuchar tu Palabra,
con un corazón abierto.
No queremos que en nuestro matrimonio
ocurra lo mismo,
quedar cada uno en tinieblas, 
por no hacer crecer la luz
 de conocernos más y mejor.
Señor,
queremos conocernos más profundamente 
a través de un diálogo 
garantizado por una manifiesta
capacidad de escucha,
y así, no solo recibir la palabra del otro,
sino a él mismo.
Ayúdanos, a "escuchar amando". 
Amén.




                                    Muchos otros signos...hizo Jesús (Juan 20,30) 
                                        Al tocar tu cuerpo, poseo todo tu ser.

Dios llegó hasta nosotros para revelarse, mostrarse, dialogar. Se hizo humano a través de otros, o, en su propio Hijo, para hablarnos sobre quién era él. Lo curioso es que realizó todo a nuestro modo, utilizando signos y palabras para que podamos comprender.
Él conoce que los hombres nos comunicamos con palabras y también con signos. Debemos descubrir que somos capaces de construir diálogos verbales y no verbales.
El diálogo verbal es aquel que para realizarlo utilizamos palabras, del cual ya tratamos en los dos capítulos anteriores. Reflexionaremos, aquí, sobre el diálogo no verbal. Ese que se realiza con gestos, miradas, caricias, etcétera.
Cuando una pareja vive sus primeros tiempos de enamora­miento,  piensa que estarán siempre juntos y que con el correr del tiempo la relación será igual o mejor.
Mientras son novios y en el primer tiempo del matrimonio la pareja está siempre acariciándose, experimentan como algo hermoso el tomarse de las manos, ni se les cruza por la mente que más adelante no se acariciarán con la misma frecuencia y sensibilidad.
Pocos años después de estar casados comienzan a surgir algunos cambios. Ya casi no se les ocurre la idea de una caricia. ¿Acaso no están sus manos siempre ocupadas con un periódico, un cigarrillo, un libro, una herramienta o alguna tarea del hogar? Cuando uno llega a un restaurante se da cuenta enseguida de cuales  son las parejas de casados y cuáles las de novios... O la diferencia  que marcan en el caminar paseando o en el andar en automóvil, entre una pareja de jóvenes enamorados y la de otra nace tiempo vive en matrimonio... La pareja joven comparte se abrazan, miran juntos la vidriera, nunca se separan fisicamente. En cambio, la pareja de más años lo vive distinto: ella mirando la vidriera, él parado en el cordón de la vereda (la vidriera lo aburre y tiene miedo de que le salga caro el consentir). El automovil: los novios, ¿cuántos van en el coche? ¿Uno o dos? Los  esposos: menos mal que la puerta tiene posabrazos para apoyarse. se. Cuando no viene el hijo crecidito que manda a la madre al asiento de atrás.
Alguien me decía un día que el ser romántico es asunto de adolescentes enamorados, de inmaduros, en fin cosas de chiquilines. Simplemente le respondí: "¡Pobre matrimonio el tuyo!".
Una pareja se percibe mutuamente cuando se está acariciando. Es distinto que dialogar sólo verbalmente. Existe un vinculo definido cuando se está acariciando o se experimenta el ser acariciado. Asimismo se crea una distancia cuando no hay contacto  físico. El no estar juntos, sino separados, produce una relación   lejana, impersonal. Un elemento especial de unidad no está presente cuando no se está, prolongadamente, con algún acto físico. Un matrimonio no necesita estar acariciándose cada momento, pero cuando las caricias son menos frecuentes , una cierta ente  ternura y dulzura desaparece de su relación.
Es más difícil escuchar y concentrarse en el otro sólo con los y oídos. Se necesitan, también, las manos. Se experimenta facilmente cuando el otro no está compenetrado en uno, las manos  evitan esa demostración.
La disminución de las caricias es signo de un enfriamiento de la relación, de una mayor concentración de la persona en sus intereses y aparece una mayor sensibilidad a ser  herido Suele comenzar un sentimiento de estar aislado, incomprendido, utilizado. El matrimonio puede transformarse en un oficio. Se que el tiempo romántico ya ha pasado y esto no  significa que están disgustados el uno con el otro, o que rechacen la responsabilidad matrimonial, pero , que lástima  perdieron  la "chispa", lo nuevo que debe ser cada día la vida de pareja, se vuelve todo desabrido, monótono, la atención queda dominada por otras cosas y no por el cónyuge. Se pierde la sintonía del otro. El interior necesita el cuerpo para expresarse. Cuando dos esposos se tocan llegan a poseerse plenamente.





  1. ¿Cuándo nos acariciamos? ¿Qué efectos descubrimos cuando nos acariciamos menos?
  2. ¿Por qué nos acariciamos menos?
  3. ¿Cuál de nosotros acaricia con más frecuencia?
  4. ¿Qué nos decimos cuando nos tomamos la mano?
  5. ¿Sabemos escuchar el lenguaje no verbal?





Señor,
tú actuaste según
los modos de comunicación del hombre,
haciéndonos descubrir
que la mejor manera de llegar al otro 
es a través de su propio camino.
Ayúdanos a no desaprovechar 
la infinidad de modos que poseemos
para comunicarnos amándonos,
que siempre sintonicemos 
el uno con el otro
para que nuestro diálogo verbal y no verbal 
no posea interferencias 
de ninguna especie.
Que jamás dejemos de utilizar
nuestro lenguaje 
para no enfriar la relación matrimonial.
Amén.  



                                                                El hombre conoció a Eva, su mujer...(Génesis 4, 1)
El sexo ha dejado de ser un tabú en las conversaciones de la  calle entre los adolescentes y jóvenes y en todos los diálogos en los cuales se trate el sexo en su generalidad sin afectar la intimidad   de los interlocutores.
Pero aún sigue siendo un tabú dialogar el tema entre esposo y esposa, porque toca a la intimidad. ¿Hablan ustedes de la cualidad que comparten y viven?  La experiencia nos dice que los esposos no dialogan sobre su sexualidad. "Hacen el amor" o no lo hablan porque se "ponen colorados". Se donan, se entregan  físicamente el uno al otro. Y todo queda allí. Cada uno tendrá que interpretar porque es "cine mudo".
Los cuerpos no aman, el placer no ama, ni el deseo ama . Se ama desde adentro, desde lo más profundo del corazón, los cuerpos son transmisores de ese mensaje de interioridad y profundidad del ser. Así,  la sexualidad se concreta en un lenguaje cálido y amoroso lleva como contenido lo que cada uno siente respecto del otro.
Sin dejar de ser cada uno su propio yo se abren al tú del otro en una entrega total y personal, encarnada incluso a través de sus cuerpos. Un yo que es cuerpo, sentimiento y espíritu, entra en unión encarnada con el tú del otro en su triple dimensión, física, sicológica y espiritual.
La sexualidad no es amor sino lenguaje del amor. No es humana una sexualidad sin amor porque no integra la triple dimensión de la persona. Esto hace que la sexualidad sea básicamente transparencia de dos vidas, de dos almas y de dos cuerpos. Transparencia de dos verdades, de dos amores, de dos sinceridades que se abren mutuamente. La transparencia de los cuerpos desnudos no es signo de lo atrevido y provocativo, sino signo sagrado de dos corazones y de dos vidas limpias. Cuando existe cualquier mentira en nuestro interior (sentimiento adverso, no expresado, al momento que se está compartiendo) hace que la desnudez pierda la naturalidad, surja la vergüenza de Adán y Eva (cfr. Gn 3, 7).
La transparencia de la sexualidad hará que los signos físicos de la pareja sean acompañados de palabras de amor, las cuales cargarán de sentido al mismo signo. Se trata de uno de esos momentos únicos en que la palabra se hace tierna, amorosa, dulce, sin agresividad. Una entrega física no acompañada de la ternura de la palabra, se hace misteriosa, turbia, empañada. Es el momento de decirse mutuamente lo mucho que se quieren y aman, cuánto se necesitan, lo feliz que cada uno se siente de estar al lado del otro. ¡Así podrán conocerse plenamente!

No en vano la palabra de Dios denomina a la relación sexual con un término un poco raro para nuestro lenguaje de hoy: conocer. Como lo expresa el texto bíblico con el cual iniciamos la reflexión, El hombre conoció a Eva, su mujer. Es que toda entrega de los esposos debe ser un mutuo y pleno conocimiento porque es un revelarse el uno al otro tal y como son y tal y como quieren ser. Conocer es meterse dentro del ser del otro, es compenetrar­se con el otro, es descubrir la verdad del otro. Nos amamos y conocemos también con el cuerpo.





  1. ¿Hablamos de nuestro sexo?
  2. ¿Qué sentimos cuando nos entregamos el uno al otro?
  3. ¿Cómo vemos nuestro comportamiento sexual?
  4. ¿En qué debemos mejorar sexualmente para que crezca nuestra relación de pareja?






Señor,
te damos gracias y bendecimos
porque eres el Dios del amor.
Nos has creado, varón y mujer,
con infinitas ansias de amar.
Tú quieres que nuestra entrega intima
sea un sacramento,
un signo de que tú mismo nos amas.
Y también,
que nuestra entrega corporal,
sea sacramento de nuestro interior,
un signo que exprese
el lenguaje de nuestro amor.
Gracias, Señor,
porque a través de esa entrega
permites que nos conozcamos
cada día más y mejor,
y por sobre todo,
gracias porque en ese compenetrarnos 
en el amor,
somos apoyo y ayuda mutua,
y además, nacieron nuestros hijos,
lo más precioso que poseemos. 
Gracias, Señor.
Amén. 




                                                   Yavé, Yavé es un Dios misericordioso y clemente tardo a la                                        cólera y rico en amor verdadero, que mantiene su amor por mil   generaciones                                                                                  (Éx 34, 6-7).
    Permanece fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la Vida                                             (Apoc 2, 10).
                                              Prometo serte fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad....                                                                                durante toda mi vida' (Ritual romano).
Dios es rico en amor verdadero, por ende su amor dura por todas las generaciones. Los cristianos debemos permanecer fieles al Señor, hasta la muerte, para recibir la corona de la vida. Fidelidad que se concreta en las grandes y pequeñas cosas de nuestra existencia. Para los esposos esta fidelidad tiene como marco la alianza matrimonial.
En el sacramento del matrimonio han dado una palabra: prometo serte fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad: Fiel es el que guarda y cumple la palabra dada a otra persona.
Ahora bien, ¿qué es ser fiel en el matrimonio? ¿Qué es guardar y cumplir la palabra dada en el sacramento? Muchos piensan que ser infiel es olvidar la alianza matrimonial, llegando a compartir con un tercero el cuerpo.
Evidentemente que este pensamiento no está mal, pero vere­mos que aun es mucho más profundo. Jesús no abolió el no  matar, pero le dio un tinte más positivo, amen a sus enemigos.  Vamos a profundizar hasta dónde llega el ser fiel en el matrimonio:
   Tú eres mi dueño: Ser fiel es vivir la realidad permanente de que  cada uno es del otro, en virtud de la donación mutua que realizaron frente al altar. Sin fidelidad al ser posesión del otro. cuando se comparte el cuerpo con un tercero, el matrimonio pasa a ser simplemente una figura externa, siendo no solo una falta al sexto mandamiento, sino también _na acción contra la justicia, ya que no se dispone del cuerpo, él es posesión del cónyuge. Por lo tanto, al compar­tirlo con un tercero se lo está robando. Nadie puede servir a dos señores, o a uno o a otro, lo dijo Jesús. ¿Qué más?
   Leamos de nuevo a Jesús: Yo les digo que quien mira con deseos a una mujer ya cometió adulterio en su corazón, agregemos nosotros: o a un varón. Porque en ese instante, no se es del  esposo, de la esposa... Es para dialogarlo, ¿no?
.Me casé contigo para hacerte feliz: Decíamos que la fidelidad va mucho más allá de lo que generalmente pensa­mos. ¿De qué vale no "engañar" al cónyuge si en la vida diariana no se lo hace feliz a causa del mal humor y desinterés por él? El día del casamiento se comprometieron a hacer feliz al otro, por lo tanto, cada gesto, palabra u olvido que no contribuye a que el otro sea feliz, se transforman en migajas re infidelidad a la alianza matrimonial. Para pensarlo.
   Más aun, me casé contigo para hacerte eternamente feliz: Cada esposo debe preocuparse por estar en gracia para hacer crecer al cónyuge, tratando de hacerlo eterna­mente  feliz por medio de la santidad.
Hay muchos otros elementos que son signos de fidelidad:
  •         El diálogo:  Si no se comparte plenamente la interioridad y los sentimientos, hay algo que se esconde ante el otro. ¿Es esto fidelidad?
  •     La alegría: Otro de los signos del empeño por ser fiel al compromiso  matrimonial es el buscar alegrar siempre al cónyuge y a la familia. La infidelidad va del brazo de la amargura, la fidelidad se expresa en la alegría.  El interés por el otro: Ser fiel es, también, preocuparse y ocuparse del cónyuge, de sus intereses y problemas.
  •  La cruz: Por si todo fuese poco, recuerden que como esposos prometieron ser fieles "en la adversidad y en la enfermedad", por lo tanto la fidelidad reclama que cada un lo ayude al otro a soportar sus sufrimientos, sus dolores, su caídas. En fin, ser fiel es ayudar a llevar la cruz, como Cireneo ayudó a Jesús.



  1. ¿Somos realmente fieles, en todo lo que esto implica?
  2. ¿Qué podemos comenzar a realizar para acrecentar nuestra fidelidad?





Gracias , Señor, 
porque el día 
de nuestro sacramento matrimonial, 
nos diste, entre otras
la gracia de la fidelidad.
Ayúdanos a tenerla siempre presente,
para poder ser mutuamente fieles
hasta el fin de nuestras vidas, 
en todo, especialmente
en las pequeñas cosas de cada día,
para que cuando lleguen
las pruebas grandes
no nos tomen desprevenidos, 
pudiendo, así,
permanecer en nuestro amor.
Amén. 





                                                             Felices los que tienen espíritu de pobres,
                                                               porque de ellos es el reino de los cielos.
                                                                                                  (Mateo 5, 3)
Felices los esposos pobres. No pensemos que ahora vamos reflexionar sobre el dinero y que la pobreza de la cual vamos hablar significa que deben venderlo todo, regalarlo todo, vivir sin comodidades. Aquí tampoco vamos a exponer sobre es esposos que nada tienen porque la sociedad injusta no les dio lo aue les correspondía.
 Los esposos pobres que son felices de verdad son los que serán centro  de nuestra reflexión. ¿Cuáles son?
  • Los  que no poseen nada porque todo se lo brindaron el uno al otro.
  • Los que comparten todo en la comunidad de amor que crearon sin levantar banderas de "propiedad privada".
  • Los que nada guardan porque todo lo tienen al servicio del otro.

Ahora bien, miremos al esposo y a la esposa individualmente:
 El esposo es pobre cuando:
  • No  tiene dinero propio porque todo está al servicio del hogar.
  • No vive rodeado de secretos porque lleva una vida transparente.
  •  No experimenta la soledad porque es feliz al lado de su esposa.
  • No posee dudas ni tiene prejuicios porque confía en el 
  • No hace uso de sus propias decisiones ya que todo dialoga en pareja.  
  • No tiene tiempo porque todo es para ella.  No posee su cuerpo ya que se lo entregó a su esposa.
  •  No siente angustia porque sabe esperar cada día lo nue que ella le brindará.

La esposa es pobre cuando:
  • Todo lo hace con alegría porque su esposo está por llega   
  • No mide lo que da porque todo se lo brinda. 
  • No vuelca sobre su esposo los problemas del hogar instante de llegar. 
  • No tiene celos porque confía en su esposo.  
  • No espera para perdonar sino que lo hace inmediatamente  
  • No vuelve sobre el pasado sino que olvida lo perdonado
Los cónyuges que no son pobres, son los:
  • Que adoran la "riqueza" de su "yo".  
  • Que creen que solo dan y nunca reciben
  • . Que nada esperan del otro. 
  •   Que lo saben todo.
  •  Que siempre dan consejos pero nunca escuchan.
  •   Que no aceptan correcciones porque son "intachables". 
  •  Que nunca piden perdón.
  •   Que nunca perdonan o si lo hacen llenan largos contratos condiciones.
Esposos y esposas pobres son aquellos que, a pesar de muchas dificultades, siguen creyendo que todo es posible para los que se aman

Son los que: lo esperan todo del otro, como el primer día ; siguen sintiendo que necesitan del otro porque asumieron que en el camino hacia la felicidad no pueden “autoabastecerse".

Felices los esposos y esposas que tienen hambre de esta pobreza espiritual. Hay muchas parejas que no son felices  ¿no será porque hay demasiados cónyuges ricos en la zoncera?



Y ustedes, ¿pueden decir: "por nuestra pobreza el reino de los cielos será nuestro"?






  1. ¿Somos realmente pobres en todos los aspectos de nuestras vidas?
  2. ¿Ayuda la pobreza material en la vivencia de la pobreza espiritual?
  3. ¿En qué debemos trabajar para ser más pobres?





Señor,

tu pobreza transformó al mundo,
llegaste a regalarnos 
 todo lo que poseías:
tu misma vida.
Enséñanos a ser pobres de verdad,
para así transformar nuestro matrimonio y nuestra familia,
donde cada uno 
renuncie a su "yo"
para solo buscar la felicidad 
en el otro.

Señor,

que mirándote a ti,
descubramos que el despojo de si mismo
es el camino de la única riqueza 
que juntos, esposo y esposa,
podemos construir:
la felicidad, 
esa que se alcanza ya }pero que también es eterna.
Amén 



                                                                                Felices los que lloran,
      
                                                      porque recibirán consuelo. (Mateo 5,5)


¿Cuántas veces han llorado como esposos? ¿Cuánto significado pueden tener unas lágrimas? Porque no siempre son signo tristeza. O, acaso, ¿nunca han llorado de alegría y felicidad? Suelen ser las lágrimas más limpias, más nobles, más sincera Además. las lágrimas son signo de algo que se quiere dejar para siempre.  De algo que se tiene y se debe superar. En fin: ¡cuántas veces las lágrimas son signo de conversión! Cuando nos damos de que debemos cambiar, lloramos. Cuántos esposos lloran porque saben que deben perder algo negativo. Pero también lloran porque los espera un cambio total. Con mucho de positivo. Esto es la conversión.
Esposos  que saben llorar porque reconocen los errores de un pasado,  porque a través del diálogo han descubierto su egoísmo, su orgullo, su hipocresía, su ser cómodos, sus …tantas cosas. Pero esposos, generalmente, también saben perdonar y ser perdonados. Saben comenzar de nuevo. Decir "sí" nuevamente a grandes horizontes, a cosas lindas que pueden estar en sus casas,  a la vida feliz, a la esperanza, al amor, a la primavera desde del invierno.
¡Qué hermoso! Cuando hay esposos y esposas que juntos lloran los problemas, las dificultades, los obstáculos, los sufrimientos los errores de los dos, o de cada uno asumidos como de ambos


Recuerden ante cada momento duro o de cambio, lo que nos dice Jesús: Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.
 Aquellos que nunca lloran de sí mismos jamás llegarán a grandes metas, por esto los que ríen, llorarán, y los que ahora llora recibirán consuelo, luego reirán. Ya ríen. ¿Cuántas veces habrán experimentado los frutos de una lágrima? En el complemento de ambos, en la educación de los hijos, en el crecimiento personal
 Recuérdenlos. Ellos son el mejor signo de la palabra de Jesús. Porque el fruto que aparece como común denominador de toda las lágrimas y esfuerzos, es un amor resucitado, ya que mucha veces las lágrimas riegan alguna zona árida del amor.





  1. ¿Lloramos juntos los problemas, las dificultades, los esfuerzos, los sufrimientos, los errores?
  2. ¿Cuáles fueron los momentos más importantes de nuestras vidas donde las lágrimas produjeron frutos?
  3. ¿Qué frutos concretos hemos cosechado después de las lágrimas?   
  








Señor,
muchas veces hemos llorado,
con lágrimas o sin ellas,
lo hemos hecho por tristeza 
y, también, 
por tantas otras cosas,
entre ellas, a veces por alegría.
Pero hoy queremos hablarte 
de aquellas lágrimas que nos ayudaron a crecer,
que nos permitieron seguir luchando
por un mejor entendimiento,
que nos ayudaron a comprometernos
más profundamente con la educación
de nuestros hijos.
Señor,
te hablamos de ellas
simplemente para agradecértelas.
Ya hemos probado el fruto
que nos habías prometido
cuando anunciaste: "Felices...
los lloran, porque reirán".
Jesús,
tu sonrisa es profunda y serena
porque lloraste en la cruz,
por esto, comprendemos
tu palabra:
"Felices los que lloran".
Ayúdanos a iluminar
los momentos que aún quedan 
en nuestra vida, 
en los que se harán presente las lágrimas.
Amén. 




                                                                             Felices los (esposos) que son sencillos 
                                                                                  de corazón (Mateo 5, 8)
¡Cuántas cosas complicadas en la vida! ¡Y cuánto pesa Fundamentalmente, cuando esas cosas surgen de corazón intrincados, enrevesados.
Dios hace todo lindo, por su gran sencillez. Y las hace porque pone un inmenso amor.
Los corazones y las vidas enredadas, retorcidas, no val para un gran amor, y mucho menos, para un gran amor esposos. Ya que el amor es:
   sencillo,
   claro,
   limpio,
   resplandeciente,
   muy puro,
   terso.
Hay esposos con corazones demasiado complicados que solo tienen como fruto un amor complejo, con muy poco de amor.
Corazones intrincados porque:
  • No son corazones limpios.
  •  No son corazones inocentes. 
  • No son corazones desnudos.

Hay muchos esposos, muchas esposas, a los cuales su corazón o parte de él no los deja amar verdaderamente, ya que en su recinto, hay cosas:
  •  Que no se pueden ver.
  •  Que no se pueden conocer.
  • Que no responden a la verdad.   

Entonces  son corazones que comienzan a mentir: en los ritos, en las expresiones, en los afectos... Claro, nos parece que todo esto queda para las grandes cosas. ¿No les parece que con un montón de pequeñas faltas se puede hacer una grande? ¿Cuántas veces se han mentido? (Cuando no se dijeron dónde estaban, cuando se ocultaron un precio, cuando se excusaron de una falta siendo que en realidad eran culpables,etc..

Entonces, así el corazón se enreda en la mentira, en el orgullo, en el egoísmo.
Felices los sencillos de corazón. Sólo los esposos capaces de tener un corazón sencillo podrán ser felices, recordando permanentemente  que la sencillez es fruto de una vida, de un amor y de una mente  verdaderamente auténticos.
¡Que hermoso es contemplar dos esposos que se aman sencillamente! Un amor que no necesita explicaciones, en el cual no hay nada que no se entienda, todo está a la luz. Sencillamente así: se aman.





  1. ¿Alguno de nosotros complica nuestro amor?
  2. ¿Existen escondites en nuestros corazones?
  3. ¿Qué nos falta aún para vivir la sencillez de corazón?





Ayúdanos, Señor,
a ser sencillos en nuestro amor,
para pensar siempre bien, 
para confiar siempre en aquel 
que pusiste a nuestro lado, 
para saber superar las dudas.
Que nunca compliquemos
el camino hacia la felicidad
queriendo conquistarla
con extrañezas que no estarán 
a nuestro alcance,
sino que seamos felices por el camino
de la sencillez,
 por el camino de lo simple, 
en definitiva,
que seamos felices en nuestro amor. 
Amén. 


                                                                                       Felices los (esposos) 
                                                                              que tiene hambre y sed de perfección,
                                                                                  porque serán saciados. (Mateo 5, 6)
 El hombre es un ser que fue lanzado a la vida de manera inacabada, está destinado a que él mismo busque perfeccionarse, realidad  que lo lleva a nunca decir que ya lo logró todo. Nunca decir basta,  porque siempre es posible más.
Por ser una realidad humana, el matrimonio, también se enmarca dentro de este "hambre y sed de ser cada vez más perfecto
Ya que el matrimonio no es:
  • Una realidad que termina el día del casamiento.
  •  – Algo que al firmar queda archivado para siempre.

Sino que es:
Una comunicación que nunca termina,
 Un compartir que nunca debe decir basta.
Por eso los esposos no deben ser:
satisfechos  
instalados  
hartos
De esposos que ya no anhelan más, que se han cruzado de brazos, que se han instalado, tenemos matrimonios sin matrimonios aburridos y cansados, matrimonios esclerosados endurecidos.
El que está lleno, harto, no apetece, no busca. Sino que como el animal que devoró su presa se pone a dormir.
Es necesario que los esposos tengan hambre y sed:

   de más felicidad,
   de más comprensión,
   de más diálogo,
   de más amor,
   de más cariño,
   de todo lo que todavía les falta.
Deben tener conciencia de que cada uno puede darse más otro. De que el cónyuge espera algo más.
Piensen profundamente:
¿Tienen hambre de compartir más horas juntos?
¿Tienen hambre de dialogar más?
¿Tienen hambre de decirse mil veces "te quiero"?
¿Tienen hambre de conocerse más mutuamente?
¿Tienen hambre de ayudar al otro para que siga creciendo
¿Tienen hambre de compartirlo todo: cuerpo, sentimientos corazón?
¿Tienen hambre de hacer al otro más feliz hoy que ayer?
¿Tienen hambre de que Cristo que vive en el matrimonio ustedes no sea ignorado en sus vidas?
¿Tienen hambre de la gracia de Dios que mutuamente se comunican para la santificación?
          ¿Tienen hambre de vivir un amor sincero y auténtico tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en a enfermedad?
Cuantos matrimonios nacieron muertos, porque no había hambre y sed  verdadera de crecer, cuántos matrimonios se rompieron porque ya no esperaban más, cuántos están experimentando una gran frialdad y agonía de amor porque se instalaron.
Felices los esposos que cada día quieren llegar a ser más perfectos.
  • con hambre de ser mejores,
  • con hambre de hacer feliz al otro,
  • con hambre de ser felices juntos.

Preguntémonos, si existe en nosotros esta hambre de "ser más” y  si realmente buscamos los medios para ser saciados.
Felices los esposos que tienen hambre y sed de "ser más" y “mejores” , porque serán saciados.







  1. ¿Nos esforzamos hasta el máximo en nuestro amor?
  2. ¿Buscamos ser mejores cada día para darnos más y mejor al otro?
  3. ¿Tenemos como ideal la perfección o hemos quedado instalados en una actitud consumista?





Señor Jesús,
cuando llevabas la cruz comino al calvario,
caíste tres veces, pero te levantaste
buscando la meta:
hacer feliz a todos los hombres 
con tu muerte y resurrección.
Nos enseñaste a buscar el objetivo
la meta. a pesar de todo.
Ayúdanos. Señor,
a buscar juntos la perfección,
a no quedar anclados en el conformismo,
en el cansancio, en estar instalados.
Queremos, Señor,
como pareja, luchar por los valores,
que pusiste a nuestro alcance, 
queremos hoy "ser más" que ayer.
Aliéntanos, Señor,
para que nunca dejemos de mirar
el gran ideal que tienen nuestras vidas,
la perfección en ti.
Que siempre tengamos hambre y sed
de ser perfectos.
Amén. 


                                                                                     Felices los que tienen el corazón limpio
                                                                                                         porque verán a Dios (Mateo 5, 6)

Genetralmente, nos preocupamos bastante para no salir a la calle sucios en nuestra ropa o en nuestro cuerpo. Nos han invadido los jabones, perfumes, champúes, etcétera.  Esto está perfecto. Pero Jesús nos dijo que no es lo de afuera lo que ensucia al hombre, sino lo que nace del corazón humano. Nuestros corazones, ¿están limpios?
Para que los esposos sean felices plenamente es necesario poseer un corazón limpio.
Limpio:
  • De todo lo que lo empaña
  • De otros amores,
  • De una dualidad de vida, De perjuicios falsos
  • De mahismo y feminismo, Del qué dirán.
  • De  lo  que hacen los demás.
  • De compromisos que pueden romper la armonía conyugal
  • Del pecado,  

contra Dios,
   De toda forma de egoísmo.
   De rencores y reproches.
   De orgullo y soberbia.
   De pavadas, infantilismo  y chiquilinadas.
   De creerse siempre la "víctima".
   De exigirle todo al cónyuge sin exigirse a sí mismo.
          De creerse el gran "incomprendido" cuando nada se hace por comprender al otro.
Claro que en los corazones siempre se encuentra algo de polvo que no deja presentarlo reluciente y brillante, pero no debe quedar allí, porque la realidad debe ser otra: la felicidad de un corazón limpio.
Es necesario que aprendan a limpiar diariamente sus corazones, realizando un diálogo matrimonial que examine la jornada
   Qué ha empañado el amor en este día.
   Qué obstáculos existieron que impidieron el crecimiento amor conyugal.
Aquí llegamos al elemento fundamental para que se crezca en  la limpieza del corazón: el perdón. Esposos que se perdonan  mutuamente, esposos que se acercan al sacramento de la reconciliación para ser perdonados por el Señor, esposos que quieren  un corazón limpio. Perdona nuestras deudas así como nosotros  perdonamos a nuestros deudores; "perdónanos Señor, así como  nosotros dos nos perdonamos mutuamente".
Cuanto más limpios estén los corazones mejor se puede mirar  conocer y comprender. A través de un cristal sucio y empañado,  nuestra mirada no será del todo objetiva, obtendremos una impresión defectuosa; en cambio, a través de un cristal limpio podremos contemplar las cosas tal cual son. Estas se ven según el color con  que las miramos. El cónyuge será visto y conocido según el color del corazón con que se miren. De novios y enamorados, hasta los defectos parecían virtudes, las dificultades disminuían de altura, un lunar en la cara tenía un encanto único. ¿Por qué? Porque el corazón estaba limpio, las cosas se veían desde la óptica de la a esperanza. ¿Por qué de casados se tienen que ver diferentes, distintos? ¿Es que el otro cambió o tú en tus sentimientos, actitudes, delicadezas? Pero, sobre todo: ¿no será que han cambiado en el corazón, en la mirada, en el amor? ¿No habrá en el corazón un  obstáculo que impide verse tal cual son?
¡Hay que limpiar el corazón!, para verse de nuevo, como nuevos, con la ilusión de antes, con la esperanza del principio, con una comprensión total.
Felices tos esposos que tienen un corazón limpio porque no envejecerán  conociéndose. Siempre serán nuevos el uno para el otro. 







  1. ¿qué elementos ensucian aún la mirada de nuestro corazón?
  2. En qué cambió nuestra mirada desde nuestro noviazgo?
  3. ¿Cómo podemos ayudarnos a limpiar el corazón?





Señor, moriste en la cruz para limpiarnos del pecado.
Ayúdanos a limpiar nuestro corazón,
para conocernos mejor, para descubrir 
todo lo bueno que hay en el otro,
para mirarnos siempre con la limpieza de los enamorados,
para comprender, por sobre todas las cosas.
Acompáñanos en la tarea de erradicar de nosotros
el pecado, el cansancio, el aburrimiento y la costumbre,
para ser nuevos cada día en este camino hacia la felicidad.
Amén.



                                                      Felices los que trabajan por la paz,
                                                                            porque serán reconocidos 
                                                               como hijos de Dios. (Mateo 5, 9)

¡Cuantas veces nos horrorizamos frente al televisor, ante las escenas de guerra! Todos sabemos que las guerras son negativas… malas ¡Terribles! Más aun, si estas guerras son entre hermanos de una misma nación. Guerras en las que vencedores y vencidos llegan al mismo final: destruir su propia casa.
Hay muchos esposos que dan la impresión de que la celebración de su casamiento fue una declaración de guerra, otros encuentran dos por tres la ocasión para desafiarse en diversas guerras: unas de largos silencios, otras de aislamientos e incomunicación, unas guerras de indiferencia y frialdad, otras calientes, de insultos, amenazas, gritos o gestos violentos.
Todas ellas tienen en su origen la misma causa: una gran incapacidad
De crecer en la amistad a través de la convivencia,
De vencer el orgullo,
De reconocer los derechos del otro,
De romper el cerco del egoísmo que solo busca dominar a los demás
Y como siempre, cuando existen guerras pagan las consecuencias  los inocentes. En las guerras del hogar, los hijos, que


quieren vivir y desarrollarse en paz y no entienden todo lo surge de un corazón humano que sólo quiere agredir.
¡Cuánto tiempo y energías se pierden en cada pequeña o gran  guerra! ¡Cuántos momentos de felicidad se esfumaron que volverán más! ¡Cuánto cariño destruido, a veces casi imposible de reconstruir! La guerra entre los esposos mata, destruye el amor, la vida, la esperanza, el crecimiento en todo el ámbito familiar, crea resentimientos y amarguras.
¡Felices los esposos capaces de construir la paz en su hogar! Felices los esposos que fabrican la paz en su pareja domina su genio, superando su carácter, reconociéndose no superior, sino igual, creando tranquilidad y serenidad en el hogar.
Hay muchas maneras, pequeñas o grandes, de romper la paz. Examínense juntos, dialogando con el fin de erradicar del hogar hasta la más mínima partícula de pólvora.
Reflexionen:
   ¿Buscan la verdad o alguno impone "su verdad"?
   ¿Comparten la autoridad o uno de los dos ejerce la suaya?
   ¿Se preocupan para que cada uno pueda realizar sus gustos o a veces hay imposición en este sentido?
   ¿Saben dar la razón al otro o creen que el otro nunca la tiene?
   ¿Usan al cónyuge como blanco de desahogos de las rabietas de afuera o dentro de casa?
   ¿Usan el arma del grito o de los silencios mal intencionado?
   ¿Saben callar cuando el otro levanta la voz?
   Cuando el "horno no está para bollos", ¿meten más leña fuego?
Recuerden:
   La paz nace de un corazón nuevo.
   El diálogo por la paz, es una urgencia del hogar,


Y así, educarán para la paz...
Por sobre todo tomen conciencia de que la paz es posible.
Ella depende de ambos, pero no olviden: también de cada uno

Felices los esposos capaces de ser:
   Artífices de paz.
   Cáminos de paz.

   Creadores de comunidades familiares de paz. Porque serán llamados hijos de Dios.




¿Qué elementos perturban la paz de nuestra pareja?
¿Contribuimos a crear un clima de paz en el hogar?
 ¿Estamos educando a nuestros hijos para la paz?





Señor Jesús,

tú nos regalaste el don de la paz,
ayúdanos a ser artífices de ella, 
en nuestra pareja, en nuestra familia.
Que seamos testimonio de paz para nuestros hijos,
que viven en un mundo de violencia, guerra y odio..
Que descubran y experimenten  en nosotros, sus padres, la paz.
Esa paz que no les da la sociedad,
que no les muestran los medios de comunicación social
que no les trasmiten nuestros ambientes.
Ayúdanos a ser creadores de paz,
caminos de paz, educadores de paz.
Amén .



                                                                
                                                          Felices los que son probados por causa del amor,
                                                    porque de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5, 10)

Hace poco tiempo, una pareja de tres meses de casados me comentaba su experiencia: Cuando vos nos hablabas -me de­cian- antes de casarnos, de las dificultades de la convivencia, parecia que éste era un elemento color de rosa, que se sumaba a los muchos otros con los que soñábamos nuestro matrimonio, pero ahora...
Experiencia que pasa por todo matrimonio, en su primera etapa y que a veces, continúa en la vida matrimonial. ¿Por qué? Porque el amor es probado. Para ser felices hay que superar las pruebas del amor. Dialoguen juntos, en pareja, algunas de esas pruebas del amor:


La prueba de la desilusión
-   Es probable que hayan sufrido una cierta desilusión en el matrimonio. Me parecía que yo lo iba a cambiar, que él iba a ser distinto. Ella parecía distinta.
-   Desilusión frente al mismo amor, el sexo.
-   Aquella primera desilusión, ¿está hoy presente en el matri­monio de ustedes?
-    Felices los esposos que permanentemente buscan profun­dizar en la nueva dimensión que cada día le puede brindar a sus personas, al amor y al sexo.


-    Felices los esposos que toman fuerzas en la esperanza en vez de resignarse a un no queda ya más remedio.
-    Felices los esposos que en vez de vivir de recuerdos saben entregarse en plenitud para vivir hoy.
-    Felices los esposos que superan la pequeñez espiritual de amor pasando a un amor adulto y maduro.
La prueba de la rutina
-    El tiempo mata la novedad de las cosas.
-    ¿Matará la novedad del amor?
-    Lo cotidiano, lo de cada día: ¿se hará rutina?
-    Felices los esposos que saben que lo de cada día es la vida.
-    Felices los esposos conscientes de que cada día es todo nuevo, porque ellos son distintos, porque el amor es distin­to.
-    Felices los esposos que no se acostumbran al beso, a la entrega, al saludo, a estar siempre juntos, porque no se dejan llevar por el ritmo de todos los días sino que viven en actitud dinámica, activa, creativa. Lo monótono es fruto del ser pasivos. Lo siempre nuevo y actual es fruto de la creatividad.
La prueba de la tentación
-    Casarse no significa sacar un seguro.
-    La tentación de la aventura... Además, puede ser un camino para romper la rutina.
-    La tentación de mentir sentimentalmente.
-    La tentación del querer comenzar de nuevo, porque ya no nos entendemos.
       La tentación estúpida e inocente del tengo derecho a ser feliz

-    Dice alguien: La tentación es la mentira vestida con el traje de la esperanza.
-    Felices los esposos capaces de vencer las tentaciones en un clima de armonía y amistad.
-    Felices los esposos que reniegan de la tentación porque saben que la única felicidad está en ellos mismos.
-    Felices los esposos que se colocan como único traje de esperanza su propio amor.




1.   ¿Qué pruebas tuvimos que superar en nuestra vida matri­monial? ¿Cómo las superamos?

2.  ¿Cuál de ellas aún no fue superada?

                                                 Felices ustedes cuando por causa mía los maldigan, los persigan y                                                         les levanten calumnias.
                                                        Alégrense y muéstrense contentos porque será grande la                                                                             recompensa que recibirán en el cielo (Mt 5, 11-12).





Un matrimonio que se decida a hacer realidad en su vida la buena nueva de Jesús, necesariamente será criticado. ¿Por qué? Por ser distinto de los demás...

Porque el que quiere vivir no como la generalidad de la gente, no porque los demás piensan o viven "así", sino como Jesús quiere, está expuesto a llamar la atención, a que lo señalen con e dedo. Existe un clima, creado por los inauténticos del mundo, de burla hacia los que desean ser auténticos.
Hay muchos que conocen cómo se debe vivir, pero se compor­tan contrariamente a lo que piensan, tienen miedo de ser margi­nados de sus ambientes, de ser considerados como fuera de foco. Entonces prefieren la "comodidad". ¿La comodidad? Sí, comodidad, a costa de crear conflictos en la pareja, crear conflictos en la propia conciencia.
Los esposos que deseen vivir la verdad de su matrimonio, tendrán que enfrentar:



Un mundo de prejuicios sociales y morales.
Un mundo machista.

Mil criterios falsos y equivocados.

      Si el esposo no participa como todos, no se libera o se echa una cana al aire, es un acomplejado. Si la esposa no grita, si le interesa su esposo, si no corre una aventura, es una anticuada. Si el matrimonio es casero, dicen: "¡qué aburrido!". Si caminan y salen juntos no va a faltar quien diga: "parecen el sobre y la estampilla". ¡Es necesario enfrentar nuestros ambientes!
         Felices los esposos que unidos en un profundo amor mutuo son capaces de ser ellos mismos.
        Felices los esposos que son capaces de vivir dichosos en su hogar, superando las miles de esclavitudes sociales y com­promiso que impiden su intimidad personal.
        Felices los esposos que son capaces de crear su propia intimidad para construir la dicha matrimonial, sin buscar la dispersión, la fuga y la evasión.
    Felices los esposos que anuncian la palabra y con sus vidas la buena nueva sobre el matrimonio y la familia.
        Felices los esposos que levantan banderas de-vida en un mundo anticoncepcionista y abortista.
        Felices los esposos que dicen "sí" todos los días en una sociedad que los invita a decir "no".
         Felices los esposos que defienden los valores del amor conyugal frente al divorcio devastador de familias.
         Felices los esposos que siguen creyendo en el sacramento de su amor conyugal cuando la mayoría ve en él un rito, una circunstancia, una costumbre social.
        Felices los esposos que se aman tanto, que no necesitan el amor y cariño de nadie para su realización.

        Felices los esposos que son criticados y juzgados porque:



-   Se aman más que los demás.
-   Se aman todos los días.
-   Se aman con delicadezas que los demás perdieron.
-    Se aman siempre y para siempre, donde otros de tanto amarse se aburren y cansan


- En sus vicias se refleja el amor de Cristo a la Iglesia.

• Felices, ustedes, cuando sean criticados por defender el matrimonio y la familia.




1.-  ¿Brindamos un mensaje nuevo sobre el matrimonio y la familia, o nos dejamos atrapar por la vejez del ambiente que nos circunda?
2.- ¿Nos molesta el "que dirán" o sabemos enfrentarlo siendo nosotros mismos?
3.- ¿En qué ambientes, entre los que actuamos, necesitan nuestro testimonio?






Señor Jesús, que siempre tengamos fuerzas 
para superar el "qué dirán" ,
que nunca el dedo acusador de los demás
nos inhiba en la vivencia profunda 
de nuestro matrimonio.
Señor, queremos ser felices
 anunciando al mundo,
 que nos amamos de verdad 
porque tú nos elegiste,
nos pusiste juntos 
para caminar por este sendero de amor.
Gracias por hacer que nos amamos tanto,
aunque a algunos no les guste.
Amén. 

                                                                  "Dios a creado al hombre a su imagen y semejanza,
                                                                                            llamándolo a la existencia por amor,
                                                                    lo ha llamado al mismo tiempo al amor  F.C 11

A través de la reflexión de este capitulo podremos contemplar juntos el gran misterio del amor. Lo haremos en forma breve para que ustedes mismos puedan, tomados de la mano, contemplar y orar .
Lo dividiremos en dos partes la primera :Por amor y la segunda Al amor.

1° POR AMOR 

¿Por qué Dios creo ha yodos los seres?  Por amor, ya que él no tenía ninguna "necesidad".  Una verdadera explosión de amor hizo que la creación entera comenzase a existir. Entre los seres que creó, eligió a uno: el hombre, al cual lo hizo a su imagen y semejanza , llamándolo a la existencia con la posibilidad de amar y pensar. Cada pareja matrimonial se dispone, en la generosidad de la comunicación de la vida, a que Dios pueda seguir llamando a la existencia por amor.







1° ¿Tomamos conciencia de esta maravilla: "Somos porque Dios nos ama"?

2° ¿De qué maneras concretas podemos dar gracias a Dios por el don de la vida?

3°¿Sabemos que el hecho de haber sido generosos en la comunicación de la vida a nuestros hijos hemos colaborado y posibilitamos este "por amor" de Dios? ¿Hemos sido suficientemente generosos? 










Señor, que hermoso es todo esto.
Gracias por habernos dado la existencia;
gracias por permitirnos ser tu imagen y semejanza;
gracias, porque en tu infinito amor 
les has dado el ser a otro.... que un día pusiste en nuestro camino
y, ahora tenemos a nuestro lado .
Gracias , porque a pesar de nuestra pequeñez,
nos hiciste capaz de colaborar en tu explosión de amor,
a través de nuestra entrega mutua que fructificó.
¡Aquí están!  Son nuestros hijos.
Tus hijos.
Gracias, Señor. Amén.

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